Un precioso caserío del siglo XVIII, bien cuidado y situado en un entorno rústico incomparable, en mitad de la naturaleza, sobre la reserva del Urdaibai. El acceso es algo complejo, no está muy bien indicado y especialmente de noche se hace complicado llegar sin perderse, la carretera es muy estrecha y tiene mucha pendiente.
El exterior del restaurante es realmente de ensueño, el interior es muy acogedor, la decoración interior es rústica, recreando un ambiente estilo baserri antiguo, techo muy alto, rematado por gruesas vigas de madera, ristras de ajos y pimientos choriceros, el comedor principal es muy acogedor, con una preciosa chimenea y una parrilla con sus brasas aromáticas, que perfuman toda la estancia.
El personal de comedor es correcto, pero bastante frío, si tuviese que poner una pega al Baserri Maitea, sería ésta. Es una pena porque el resto de aspectos, armonizan rozando el notable alto.
Lo primero que llama la atención positivamente es su pan, un pan de masa madre de gran calidad, crujiente, con sabor y aroma. El artífice de este pan, no podía ser otro que Saturio Hornillos de la tahona Bikiak, famoso por la calidad de sus harinas.
Empezamos la cena con un poco de picoteo para compartir entre cuatro.
Nos arrancamos con un foie casero con pan de masa madre de Saturio, rayando la perfección. Un foie casero, muy bien elaborado pleno de sabor y además acompañado de rebanadas tostadas de pan de masa madre de de Saturio, que más se puede pedir?
El taco del pulto a la brasa, sobre crema de verduritas y vinagreta de choriceros, me pareció sencillamente magistral, el pulpo en su punto, y el toque de los choriceros le aporta un sabor y le da al plato un aroma, que hace replantearse el utilizar pimentón para preparar pulpo y en su lugar perpetuar la vinagreta de choriceros.
El lomo de rodaballo del Cantábrico sin espinas con lasaña de verdura y hongo, es magistral, la combinación de elementos es muy acertada. El pescado esta en su punto.
Solomillo al carbón de madera y salsa de queso artesanal con Pedro Ximénez, la carne la trabajan a la perfección, además hecha a la brasa, con maderas nobles que impregnan con su olor enriqueciendo el resultado final.
Chuletón de buey a la brasa con patatas Gardeny, carne de gran calidad, bien trabajada, y al igual que en el caso del solomillo, con el plus de la brasa de las maderas que utiliza el Baserri maitea, las patatas en su punto, sólo se podría superar añadiendo unos pimientos caseros confitados.
Soufflé de chocolate Baserri y sorbete de mojito. Empezamos con el festival de postres, sinceramente, me parece de lo mejor de su carta, sin desmerecer al resto de opciones. Una interesante combinación el sorbete de mojito y el soufflé de chocolate, se enriquecen y complementan a la perfección.
Tartaleta caliente de manzana y helado de queso artesano, delicioso, nada empalagoso, suave, armonioso, me quedo corto en adjetivos. Llegados a este punto, me planteo seriamente, volver al Baserri maitea, a comer exclusivamente postres.
Pastelito de arroz con leche sobre galleta crujiente y helado de canela. Los helados son magistrales, y en todos los postres, son un añadido enriquecedor. Muy buena presentación y acertada combinación de sabores.
Tostada de pan brioche con salsa de naranja y miel. De elegir un único postre… esta seria mi elección. Os lo recomiendo, un postre grandioso.
Baserri maitea, en mi opinión es un gran restaurante, ubicado en una zona privilegiada, un caserio precioso, una decoración bonita y acogedora, con muy buena mano en la cocina, una carta muy interesante, cocina tradicional vasca, bien ejecutada, el único lunar negro, la frialdad de la atención del personal del comedor, desacorde con el resto de elementos del restaurante. Aún así, recomendable.