Si tuviera que definir con una sola palabra, la experiencia gastronómica de hace pocas semanas en el Ikea de la capital alavesa, utilizaría el término apoteosis, porque resume a la perfección las sensaciones recibidas en el rompedor restaurante capitaneado por el legazpiarra Iñaki Moya. No confundir con la multinacional sueca, donde ni saben cocinar, ni tienen absolutamente nada que ver con este templo del buen comer. La coincidencia en el nombre, es una de esas casualidades de la vida, ikea en euskera es pequeña colina o ladera.

La decoración y el diseño del interior del restaurante es obra del arquitecto valenciano Javier Mariscal, de hecho es el único restaurante que ha diseñado. Es acogedor en todos los aspectos, cada detalle esta minuciosamente estudiado para estar a la altura de su cocina. Predomina la madera de roble en todas las estancias, mobiliario cómodo y adecuado para disfrutar de una buena comida, el personal de sala hace lo imposible para hacer más agradable si cabe la experiencia. Materiales en su estado natural, sin pulir, con sus defectos e imperfecciones, madera al corte vivo, rudeza y sensibilidad a partes iguales.

Mi amigo Asier Urbina, fiel lugarteniente del chef Iñaki Moya, me propuso dos interesantes menús, Ikea e Ilazki, como somos de buen comer, nos decantamos por el Ilazki con mayor profundidad, cuatro platos y dos postres con bodega incluida, una botella de Lar de Paula (D.O. Rioja Alavesa) envejecido durante 12 meses en barrica de roble francés, variedad tempranillo, muy equilibrado en boca, con notas de cacao y fruta madura y taninos dulces y bien integrados. Uno de los protagonistas de la decoración, son los karramarros (cangrejos) de resina iluminada con fibra óptica, que hacen las funciones de lámpara, cada uno diferente, rematados por el propio Javier Mariscal, cada uno con una expresión distinta.

Chupito de hongos, con cuajado de bogavante y espuma de espinacas. Una declaración de intenciones, abrir fuego con un entrante como este. El chupito tiene la potencia de sabor de un hongo licuado y concentrado. El cuajado de bogavante es un carnoso bocado de mar, con la espuma de las olas convertida en sutil espuma de espinacas. Llegados a este punto, las altas expectativas estaban siendo refrendadas.

Vieiras salteadas sobre taco de burratina, ensalada de judias verdes y emulsión de ajos tiernos. Armonía de sabores, cada ingrediente aporta su personalidad, dentro de un estudiado equilibrio, para no restar protagonismo a las vieiras salteadas, también hay un interesante contraste de texturas y variedad cromática en el plato. Las judías verdes al dente, tienen un aporte sorprendente y la burratina es una cama ideal para acompañar al ingrediente principal. Sublime.

Alcachofas fritas con trigueros y escalope de foie. Una original presentación, en un pequeño wok, que alberga en un interior una montaña rusa de sabores intensos, una muestra exponencial de la cocina de Iñaki Moya, máximo respeto al producto, del cual saca lo mejor y lo potencia a su máxima expresión. Dos ingredientes que me encantan, el foie y la alcachofa, que además se entienden a las mil maravillas y los jugos donde reposan son néctar supremo.

Lubina con txangurro en compota de cebolla, caldo cítrico de acelga y ciruelas. Un taco que pertenecía a una señora lubina de 5 kilos nada menos, un plato insuperable, es complicado sacar más rendimiento gustativo de una lubina, de lo que han conseguido en la cocina del Ikea restaurante, un acompañamiento excelso, con un txangurro que se te saltan las lágrimas. La piel de la lubina es sencillamente deliciosa.

Taco de buey con patata ratte a la sal y confitura de pimiento amarillo. Buena carne y muy bien preparada, jugosa y llena de sabor. en circunstancias normales este plato, tendría protagonismo por derecho propio en el menú, pero después de las alcachofas y las lubinas, pasa a un segundo plano, es difícil restar notoriedad a los platos anteriores, el nivel es inalcanzable.

Cuatro tipos de sal para condimentar la carne de buey. Sal de Añana, sal al vino, sal ahumada….. me quedo con el oro blanco del valle salado de Añana.

Macedonia de frutas con gel de cava y sorbete de mango. El primero de los postres, dulce pero a kilometros de resultar empalagoso, como en el resto de platos del menú, equilibrio y armonía, sabores y aromas estudiados para congeniar en el paladar. Un plato con una bonita estética, refrendada por su placentero sabor.

Helado de queso con infusión de frutos rojos. La ligera y sutil pugna entre la acidez y el dulzor de los frutos rojos y el helado de queso, son el presagio de que el menú Ilazki del Ikea restaurante, va tocando a su fin. Gran maestría en la elaboración de helados. Productos naturales, sin añadidos artificiales.

El Ikea restaurante de Vitoria-Gasteiz, dispone de un comedor principal, varios comedores privados y un espectacular comedor para banquetes, con capacidad para 100 comensales, que es una obra de arte por si mismo. Un placer disfrutar del buen hacer de Iñaki Moya, su mano derecha Asier Urbina y el resto del equipo del restaurate Ikea. Prometo volver en breve a disfrutar de vuestra cocina. Un auténtico placer.