Vale que la ensaladilla rusa la inventó un famoso chef francés en Moscú hace tropecientos años. Pero como muchas otras recetas (por no decir todas), se pueden adaptar o reinventar como esta ensaladilla bilbaína. Lo que podemos denominar… el toque de la casa. En este caso he seguido la filosofía culinaria del maestro Falsarius Chef, un genio de nuestro tiempo cuyo blog figura en la lista de mis favoritos y os recomiendo visitar. Es el fundador de la gastroimpostura, una doctrina basada en comer bien con el mínimo esfuerzo. Para ello se sirve de todo tipo de conservas o productos elaborados o semi elaborados que luego adapta, combina, retoca o maquilla según su perversa imaginación. Todo ello aderezado con un inteligente y ácido sentido del humor que provocará unas buenas carcajadas mientras escudriñamos su recetario.
No vayáis a pensar que son recetas cutres, tipo abrir una lata y calentar, para nada. Este tío tiene mucha imaginación y los platos están currados, son recetas ricas, sencillas y para que te saquen a hombros por la puerta grande. Es un tipo polifacético, con varios libros publicados, cuya lectura os recomiendo (Cocina para impostores, Fabada a muerte en cocina fusión, Falsarius Chef en su salsa, El libro de postres de Falsarius Chef, Cocina sin humos y el reciente, Grandes éxitos de la cocina para impostores) y colaboraciones en programas de radio de gran audiencia en la cadena SER. Se maneja tanto en el formato tradicional de receta escrita como en video receta demostrando una gran versatilidad. Proclamo a los cuatro vientos mi admiración por el gran Falsarius Chef. En esta ocasión he dado una vuelta de tuerca a una ensaladilla rusa tradicional con un toque más cantábrico, más de la tierra por decirlo de alguna manera. Es una receta fresquita para preparar estos días de verano, y que seguro que va a gustar a toda la familia, barata y que no precisa demasiada elaboración.