Cortamos las patatas en laminas finas, del mismo tamaño, cuanto más finas estén cortadas, ponermos en una sarten aceite y cuando esté caliente añadimos las patatas, hay que confitarlas a fuego medio, que no se frian, ni se doren, pero que se cuezan bien por dentro. Cortamos la cebolla en juliana, echamos sal y la ponemos a pochar en otra sarten a fuego suave.
Cuando la cebolla este pochada y bien doradita, añadimos una cucharada de azúcar, para caramelizar la cebolla.Mientras tanto escurrimos bien el aceite de las patatas confitadas y las reservamos. Batimos los huevos con un poco de sal e incorporamos la leche, vertimos todo en un bol, al cual añadimos la cebolla caramelizada, y las patatas, previamente escurridas de aceite, y regamos la mezcla con un chorrito de leche.
Ponemos una sarten a fuego medio, con una cuchara de aceite de oliva virgen, bien repartida por la sarten, para que no se pegue la tortilla, esperamos hasta que se caliente el aceite, momento en el que bajaremos a fuejo suave, y vertimos la mezcla en la sarten. Damos la vuelta a la tortilla, a los pocos minutos, procurando que no se dore, porque afecta al sabor de la tortilla, se trata de obtener un color dorado por fuera, pero que por dentro deje parte del huevo a medio cuajar. La clave esté es que no esté liquida, pero tampoco seca y con el huevo totalmente cuajado.
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